15/11/15

Sencillos deseos.

Hay días que están hechos para morirse o para llorar. Días poblados de fantasmas y ecos, en los que ando sobresaltada, pareciéndome que el pasado va a abrir la puerta otra vez y que hoy será ayer.
Tus manos, tus ojos, tu estar conmigo, lo que hace tan poco era tan real, ahora tiene la misma textura del sueño.
Hoy quisiera tus dedos escribiéndome historias en mi pelo, y tus besos en la espalda. Que me dijeras las más grandes verdades, o las más grandes mentiras. Que me dijeras por ejemplo que soy la mujer más hermosa del mundo, que me quieres mucho, cosas así, tan sencillas. Que me quedaras viendo a los ojos como si tu vida entera dependiera de que los míos sonrieran. Quisiera ahora mismo una caricia tuya que me haga olvidar por completo el pasado de donde vienes.
Es larga la noche, como el camino hasta tu casa por donde regreso, arrastrando los pies hasta mi cama solitaria. A dormir con tu olor impregnado en mi piel, a dormir con tu sombra. Esta nostalgia, este sueño que vivo, esta nostalgia con nombre y apellido, me hunde en el cuerpo, y me desangra en las venas. Nadie puede predecir el pasado, cuando ya quizás no somos los mismos, cuando ya quizás hemos olvidado el nombre de la calle donde alguna vez pudimos encontrarnos.
En los días buenos, de lluvia, los días en que nos quisimos totalmente, en que nos fuimos abriendo el uno al otro como cuevas secretas; En esos días amor, y ahora, en estos días secos en que tu ausencia duele y agrieta la piel, y las lágrimas salen de mis ojos llenas de tu recuerdo, a refrescar la aridez de mi cuerpo tan vacío y tan lleno de vos.
-Hubiera sido tan hermoso el mar desde nuestro castillo de arena. Ahora el agua se ha llevado nuestro castillo de arena en la marea alta.
Agustina.


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