No me mires así... no has entendido y es inútil tratarte de explicar. No es rencor lo que siento, me ha vencido un tremendo cansancio de pensar. Solo encuentro esta vieja y oprimente sensación de costumbre y de hastío. ¿Porque sigo a tu lado todavía? yo misma no lo sé. No nos retiene siquiera un gran rencor que me encadene. Solo queda esta gran monotonía.
Me defiendo de ti, de mi, de todo, dejándote de amar, éste es el modo. Y así llega el momento del recuento. Cuando existir, es solo una memoria, cuando la vida es una dilatada y miserable conjunción de cosas.
Entonces, no bastaban las palabras y ahora, el gran silencio es suficiente.
Esta es la vida, rodeada de muerte.
Agustina.
9/5/15
Triste.
Yo sé que algo persiste, todavía. Pero no existen ya ni la alegría, apenas una cálida costumbre.
Estar triste otra vez, inmensamente, pero ya sin pasión, sin aspereza, sin amargura. Casi sin tristeza.
Triste de angustia, de los sueños rotos, de aquello que se quiso y ya no se quiere.
Sola estoy y quisiera estar conmigo fuera de ti, de todo. Fuera de ellos. Me gustaría tanto ser alegre, ya no quiero ser triste, melancólica y ausente. Siento la vida así, desesperada y ya no puedo más. Me duele tanto.
Ya no me digas nada, no es preciso. Todo fue dicho ya tan a menudo, que ahora tengo miedo amor, y dudo de aquello que esta al borde del silencio.
No aprendí a ser feliz. La soledad me parecía buena y el silencio se ajustaba a mi paso. Mi vida estaba escrita, señalada desde mi despertar hasta el cansancio. Hoy, el silencio es un no estar contigo, un teléfono mudo, una distancia y toda soledad tiene tu nombre. Entonces, un terror crece dentro de mi, como un monstruo pequeño, y yo pienso en mi muerte nuevamente.
Agustina.
Estar triste otra vez, inmensamente, pero ya sin pasión, sin aspereza, sin amargura. Casi sin tristeza.
Triste de angustia, de los sueños rotos, de aquello que se quiso y ya no se quiere.
Sola estoy y quisiera estar conmigo fuera de ti, de todo. Fuera de ellos. Me gustaría tanto ser alegre, ya no quiero ser triste, melancólica y ausente. Siento la vida así, desesperada y ya no puedo más. Me duele tanto.
Ya no me digas nada, no es preciso. Todo fue dicho ya tan a menudo, que ahora tengo miedo amor, y dudo de aquello que esta al borde del silencio.
No aprendí a ser feliz. La soledad me parecía buena y el silencio se ajustaba a mi paso. Mi vida estaba escrita, señalada desde mi despertar hasta el cansancio. Hoy, el silencio es un no estar contigo, un teléfono mudo, una distancia y toda soledad tiene tu nombre. Entonces, un terror crece dentro de mi, como un monstruo pequeño, y yo pienso en mi muerte nuevamente.
Agustina.
Suscribirse a:
Comentarios (Atom)