Espero curarme de ti en unos días. Debo dejar de fumarte, de beberte, de pensarte. Pero me dueles. Insoportablemente me dueles. Nada queda de mí después de tu muerte.
Ahora estamos unidos para siempre. No importa que te hayas marchado, que la puerta no se abra más para esperar tus pasos, tampoco importa que mis manos no puedan rozar las tuyas. Andas conmigo, vas, vienes a mi lado, y miras con mis ojos el ocaso. Oyes el viento en la noche cuando pasa estremeciendo las ventanas, y me sigues constante por la oscura comarca del insomnio. Revestido de ausencia, tu perdida presencia me acompaña."
Si donde estés, tú oyes que alguna voz te nombra, seré yo que en el viaje te recuerdo.
Agustina.
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