Bueno, esto comenzó así: Un día como cualquier otro, me desperté, me vestí, me peine, me maquille, me deprimí, y lloré. Ahí fue cuando me di cuenta que todo había perdido el sentido.
De repente, mi autoestima estaba en el suelo, las voces de mi cabeza me atormentaban, una lágrima pasó por mi mejilla, y tuve una mezcla de sentimientos.
No le cuento nada a nadie, porque nadie entiende que no busco consejos, solo un oído. No entienden lo que es estar cansada, estar lastimada, estar sola, no entienden lo que es odiarte. Simplemente van juzgando sin conocerte y por eso es que muchos estamos al borde del suicidio.
Siempre me dijeron que la adolescencia seria inolvidable. Tenían razón. De seguro nunca olvidare las incontables veces que me sentí sola, mierda, muerta, vacía, defraudada, desesperada, ahogada, ridícula, insignificante. Eso no se olvida...Y siempre tengo la necesidad de estar triste, solo para revivir los sentimientos. Porque ya no siento nada. Comencé a escribir tiempo atrás, porque fue lo único que me brindaba mi espacio de poder desahogarme, pero es tan extraño como comencé a perder el interés por las cosas.
Otro día que me despierto con esta sensación de tristeza en el pecho. Y ahí estaba yo, contemplando como morían cada uno de mis sentimientos. Me rompieron el corazón reiteradas veces. Ahora no me gusta la idea de depender de otra persona. Te acostumbras tanto, que cuando no está, el vacío es inexplicable. Yo no quiero sentir nada por nadie. No quiero volver a enamorarme, no quiero tener amigos, no quiero sentir tristeza ni felicidad por alguien. No quiero que nadie más me importe, porque al final todos se van, y dejan un vacío que no puedo soportar.
Soy de esas personas que se quiebran con una sola palabra, un abrazo, un sonrisa, una lagrima ajena. Soy de esas personas que ya no existen o tal vez nunca debieron existir.
Maté a alguien. ¿Saben? Maté a la chica que solía ser.
En definitiva, hace unos años, yo era una persona totalmente diferente.
Me dijeron que pensara en algún momento feliz de mi vida... extrañamente pensé en alguien y lloré. Y lloré, lloré con el alma. No lloré físicamente, lloré de verdad, de la manera en que más duele, lloré sin lágrimas. Nada de lo que amo se queda conmigo. Nadie cree en mi, pero lo triste es que…yo tampoco.
Perdón a quien le interese mi vida, pero quiero morir. Los días pasan y las ganas de irme, crecen. Me gustaría irme sin decirle a nadie, solo desaparecer de sus vidas para siempre y no volver, porque si no hay razón para quedarse, es una buena razón para marcharse..
Mis ojos se cierran de desesperanza. Últimamente, el silencio hace mucho ruido para mi, y ya no lo aguanto.
Algún día en cualquier parte, en cualquier lugar indefectiblemente te encontrarás a ti mismo, y ésa, sólo ésa, puede ser la más feliz o la más amarga de tus horas.
Les digo hasta pronto, como quien se despide muchas veces dejando en claro que no quiere irse…
Agustina.
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