6/6/15

Llueve mientras te escribo...

No tengo ganas de escribir, pero la letra avanza sola. En la ventana llueve tantas veces en la calle. Y yo quedaba en medio de la tarde, vestida con la lluvia. Gris y más gris, no estas y yo estoy triste de una tristeza apenas explicable con palabras y de una imperturbable soledad que por ti nace y existe. Y yo me siento lejos, tan pequeña. Me duermo débil, sueño que soy fuerte y me despierto. Unas veces me siento como un cielo azul pero lejano, y otras veces un árbol con las últimas hojas.
Teniendo en cuenta que hace frío, llueve sobre mi taza de café. Ayer he recibido una carta, y es para llorar. Vaya a saber a quien besabas, de quien te despedías. Cada día se le iba haciendo más difícil soportar el dolor. Fue una época más bien miserable. Ahora me da lastima verte así, tan indefenso, tan iluminado. Esto se viene abajo, te estas yendo y los pájaros se mueren.
Me quedaré sola y será ya de noche. Me quedaré sola con mi almohada y mi silencio, y estará la ventana mirando inútilmente los autos que se alejan. Y será ya muy tarde. No me contestarán ni mis fotos, ni la música. Solamente tu olor, tu perfume olvidado como una carta puesta boca abajo sobre la mesa.
Y así llega el momento del recuento, cuando existir es solo una memoria, cuando la vida es una dilatada y miserable conjunción de cosas.
Y es la noche mas larga que recuerdo. La noche en que no se si vives todavía, si habrá de amanecer esperándote en la puerta o si vendrán las gentes como en sueños a decirme que has muerto.
Es solo una presencia silenciosa apenas gris, apenas triste, apenas... Y nadie sabe como brota ahora mi antiguo corazón bajo la lluvia. Y sobre la ciudad desconocida, no sé si llueve el corazón o llora.
Lentamente voy quedando vacía y me voy desangrando como una herida.
En estas líneas que recorro con mis ojos lagrimosos, algo como una angustia se me acerca. Solo queda el silencio. Y sin embargo estas, de cierto modo. Y existes sin saberlo.
Pero no sé como serás. Tampoco importa, porque estuviste siempre y lo ignoraba. Mis dedos pasaron muchas veces sobre tus lágrimas. Estabas cansado, tenías los ojos tristes y sin embargo cómo se iluminaban cuando volvía a decir las dos palabras: "Te quiero".
Que no se muera nadie, Dios no te lleves nada mientras yo esté despierta, todavía. Déjame descansar a mi primero, y deja que me vaya.
Ahora, desalojada de la felicidad, sabré cuanto me dabas con solamente a veces estar cerca.
Te vas borrando amor, no te me vayas. No te deshagas del todo.
Agustina.


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